Casos como los de la serie de televisión «Mentes criminales» han sido resueltos por un agente con alzacuellos.
Carmelo López-Arias / ReL
Los seguidores fieles de la serie Mentes criminales conocen bien -aunque sea aderezado por las exigencias de la ficción- en qué consiste el trabajo de un psicólogo criminal o un psicólogo forense del FBI: deducir, a raíz de las características del crimen, las características de la personalidad que lo ha cometido, y con ese perfil buscar otras pruebas que conduzcan al culpable.
Fr. Anthony J. Pinizzotto, OSFS, Ph.D |
No sólo a eso, pero también a eso, se ha dedicado durante más de veinte años Anthony Pinizzotto, un salesiano que compatibilizaba su ministerio sacerdotal en la parroquia de San Guillermo de York en Stafford (Virginia), a sólo quince kilómetros de la central del FBI en Quantico, con su trabajo como profesor para los futuros agentes y como miembro de distintas unidades de investigación.
No hace mucho que abandonó la agencia por jubilación, aunque continúa siendo consultado y mata también el gusanillo impartiendo conferencias para las que suelen agotarse las localidades. No sólo en Estados Unidos, también en Canadá, Suiza, Italia y el Reino Unido.