Yo conozco tu miseria, las luchas y las tribulaciones de tu alma; la debilidad y los achaques de tu cuerpo; conozco tus bajezas y miserias, tus pecados, tus flaquezas, y aun así te digo: “¡Dame tu corazón, ámame tal cual eres!”.
Si tú esperas a ser un sabio para entregarte al amor, no amarás nunca. Aunque vuelvas a caer a menudo en esas faltas que quisieras no cometer nunca, aunque flaquees en la práctica de la virtud, no te permito que no me ames.
Ámame tal cual eres. En cada momento y cualquier situación en que te encuentres, en el fervor o la sequedad, en la fidelidad o la infidelidad.
Ámame tal cual eres. Yo quiero el amor de tu corazón indigente; si para amarme esperas a ser perfecto, no me amarás nunca. ¿No podría yo convertir cada grano de arena en un serafín todo radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría yo, con una sola señal de mi voluntad, hacer surgir de la nada millares de Santos mil veces más perfectos y más amantes que los que he creado? ¡Y si a mí me place dejar para siempre en la nada a esos seres maravillosos y preferir antes que ellos el pobre amor tuyo!
Yo habría podido dedicarte a grandes cosas; no, tú serás el servidor inútil. Yo te aceptaré incluso el poco tiempo que tienes, porque te he creado para el amor. ¡Ama! El amor te hará lo demás sin que tú te des cuenta; sólo trata de llenar el momento presente con tu amor.
Hoy, me tienes a la puerta de tu corazón como un mendigo, a mí, el Señor de los Señores.
Golpeo en ella y espero, date prisa para abrir. No alegues tu miseria, tu indigencia, porque si las conocieras plenamente te morirías de dolor. La única cosa que podría herir mi corazón, sería verte dudar y falto de confianza. Yo quiero que pienses en mí en cada hora del día y de la noche; yo no quiero que realices ni la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor.
Me encanta esta oración! Que mas queremos que nos diga el Señor ... Gracias Dios por permitirnos amarte tal cual somos! Que grande es su amor...
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