"Un texto apasionado y sin precedentes surgido del corazón de Benedicto XVI para contribuir a la paz en la Iglesia. Eso es la carta del Papa a los Obispos católicos sobre la remisión de la excomunión a los prelados consagrados en 1988". Así comienza el editorial de hoy del diario oficioso del Vaticano, L'Osservatore Romano (LOR).
En la nota, escrita por el Director de LOR, Giovanni Maria Vian, se explica además que la misiva del Papa no tiene "precedentes porque no hay precedentes para la tormenta desencadenada luego de la publicación de la remisión (de la excomunión) el pasado 24 de enero".
No por gusto, precisa Vian, este anuncio se hizo en la la víspera del 50º aniversario del anuncio del Concilio Vaticano II "porque la intención del Obispo de Roma –entonces confirmada pero ya de por sí evidente, como el mismo día subrayó nuestro diario– era evitar el peligro de un cisma. Con un inicial gesto de misericordia, perfectamente en línea con el Concilio y con la tradición de la Iglesia".
El editorial comenta luego cómo entre los muchos ataques que recibió el Papa Benedicto, se llegó incluso "a una deshonesta e increíble inversión del gesto papal, favorito en la difusión mediática, en una coincidencia de tiempos que ciertamente no era casual, con las afirmaciones negacionistas de la Shoah de uno de los prelados a quien el Papa ha remitido la excomunión. Afirmaciones inaceptables –y esto fue rápidamente subrayado por el diario del Papa– como inaceptables y vergonzosas son las actitudes hacia el judaísmo de algunos miembros de los grupos a los que Benedicto XVI ha tendido la mano".
La lucidez del análisis papal, prosigue Vian, "no evita cuestiones abiertas y difíciles, como la necesidad de una atención y de una comunicación más preparada y oportuna en un contexto global en el que la información, omnipresente y sobreabundante, y continuamente expuesta a manipulaciones e instrumentalizaciones, entre las que se encuentran las llamadas filtraciones de noticias".
El Papa en la carta, precisa el editorial, afronta el corazón del asunto, es decir, el problema de los lefebvristas "con la distinción de los niveles disciplinar y doctrinal. En otras palabras, sobre el plano disciplinar Benedicto XVI ha revocado la excomunión pero sobre el doctrinal es necesario que los tradicionalistas –a quienes el Papa no les ahorra tonos severos pero confiando en la reconciliación– no congelen el magisterio de la Iglesia al de 1962", es decir, hasta antes del Concilio Vaticano II.
Finalmente, Vian explica que el Papa considera que este gesto de misericordia para con los obispos lefebvristas era una prioridad "porque en un mundo en el que la flama de la fe está en riesgo de extinguirse la prioridad es la de conducir a los hombres hacia el Dios que ha hablado en el Sinaí y se ha manifestado en Jesús. Un Dios que parece desaparecer del horizonte humano y que solo el testimonio de unidad de los creyentes hace creíble".
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