Solemne Vigilia Pascual
Liturgia Paso a Paso
La celebración anual de la Muerte y Resurrección de Cristo culminan en la noche pascual. Esta noche es según expresión de San Agustín: "La Madre de Todas las Vigilias". La liturgia oriental canta: "Es el día de la resurrección: pueblo, irradiamos alegría…Que el cielo se regocije y la tierra esté en la alegría, que el mundo visible e invisible esté de fiesta, porque Cristo ha resucitado, Él, la eterna alegría…" Esta es la noche en que los israelitas comían el cordero para dar gracias al "Dios del principio y del fin". En la Vigilia Pascual tenemos la exhortación del Señor a velar y a orar, el cristiano vela porque esta noche el Señor resucitó e inauguró para nosotros en su carne, la vida en que no hay muerte. ¡Ha resucitado!. Esto es lo que celebramos esta noche. Y la liturgia se vuelca en ello con toda la exuberancia de signos: fuego, luz, agua; todo es vida. Todo proclama la resurrección de Jesús, que irrumpe en el mundo con la plenitud de la inmensa alegría divina, de la vida eterna, de la gloria de Dios.
Lucernario o Solemne comienzo de la Vigilia
Bendición del Fuego
Este rito del fuego nuevo muy probablemente tenga su origen en Irlanda, ya que en la leyenda de San Patricio se deduce que, por lo menos desde el siglo VI. Sin embargo la bendición del fuego nuevo aparece en Roma por primera vez en un Ordo del siglo XII.
Originalmente se obtenía el fuego de las lámparas usadas desde el jueves santo, que se mantenían ocultas en algún punto oculto del templo; otras órdenes requerían que se guardara del viernes santo. En el siglo IX se sabe que lo obtenían de un pedernal. Este uso, al parecer galicano, se impuso primero en los suburbios de Roma y luego también en la liturgia papal. Dado que el obtener el fuego de un pedernal requería a veces largas tentativas, era preferible hacerlo en el atrio de la Iglesia, costumbre que permanece hasta nuestros días juntamente con la oración de bendición.
Cirio Pascual
La liturgia pascual no lo conocía aún a principios del siglo VIII, sin embargo, para los distritos fuera de Roma, fue el Papa Zózimo (417-18), se según el Liber Pontificalis, quien autorizó la bendición del Cirio Pascual. Los ritos de preparación del cirio están inspirados, según parece, en el Pontifical de Poitiers del siglo X y también Visigótico.
Cinco llagas lleva el Cirio en forma de cruz, estas se realizan con un punzón en surcos de arriba abajo y de derecha a izquierda. Con el mismo punzón se inscriben las letras de la eternidad de la revelación: el Alpha y el Omega, en recuerdo al pasaje de Apocalipsis 1,8. Entre ellas se graban las cuatro cifras del año, el tiempo pasajero. Como imagen del Señor en su gloriosa resurrección, se enciende el Cirio, símbolo del Salvador que vendrá un día "apareciendo visiblemente y también nosotros apareceremos con Él gloriosamente(Col. 3,4)".
Levantada ya la columna de luz del cirio, se forma a hora la procesión a la Iglesia a oscuras. Cada una de las paradas con su correspondiente antífona simbolizan la propagación de la luz y alegría pascuales que invaden la Iglesia entera.
Haciendo un breve paréntesis a esto, debemos decir que alrededor de la Edad Media, no era el Cirio propiamente dicho el que entraba al templo, sino una modesta caña coronada por tres velas, ya que la elaboración del cirio y su tamaño llegó a tal grado de grandiosidad, que, por consiguiente, no permitía su fácil manejo. Ejemplo de esto es que en Inglaterra alrededor de 1557 llegó a pesar 300 libras. En Sevilla por mucho tiempo pesó 1000 libras y un procesional de Salisbury de 1517 relata que el cirio mida 36 pies.
Pregón Pascual.
Llegada la procesión al presbiterio, tiene lugar el Pregón Pascual. Conocido como el canto del Exultet o loa del cirio (pashale praeconium), es un auténtico anuncio o pregón del misterio pascual.
Es un grito de júbilo que invita al regocijo de los coros de los ángeles y de las jerarquías del cielo, que, juntamente con la Iglesia revestida de luz, aclama la misericordia de Dios. El punto culminante de esta alabanza lo conforma la exaltación de esta misericordia, ya que el pecado mismo se pone al servicio de la gracia, "necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo" aclama el pregón.
"En esta noche de gracia, acepta, Padre Santo", sigue el pregón, la oración en que la Iglesia ofrece al padre eterno el cirio, símbolo del Señor muerto y resucitado. La loa concluye con una oración general de intercesión.
En este rito del cirio podía pensarse que ya ha sido celebrada convenientemente la liturgia de la Pascua, sin embargo, tiene lugar ahora una serie de lecturas y salmos que en su conjunto conforman una breve narración de la historia de la salvación.
Liturgia de la Palabra
Actualmente esta serie esta formada por nueve lecturas (siete del Antiguo Testamento y dos- epístola y evangelio- del Nuevo). Su número ha sufrido varios cambios con el tiempo: primitivamente eran 12 lecturas, diversos sacramentarios lo redijeron a diez, a veces cuatro, ocho, etc. Fue Pío XII quien volvió a la antigua costumbre gregoriana de 4 lecciones y con la última reforma de la liturgia se fijó su número actual de nueve.
Explicaremos brevemente el contexto de estas lecturas.
1.- Génesis 1, 1-2, 2
"Vio Dios todo lo que había hecho; y era bueno". Este poema de la época del exilio o postexilio (500 a.C.), inicia las páginas de la Biblia. Dios que se había comunicado a los hombres a través de unos hechos salvíficos, desde "el principio", es un Dios que se comunica plenamente: su palabra es creadora.
2.- Génesis 22, 1-18
Esta narración tiene como objeto destacar por encima de todo la fe de Abraham. Pone su confianza tan grande en Dios que se dispone a ofrecerle "su hijo único", al que tanto quiere y que es la prenda de la promesa que el mismo Dios le había hecho. Esta es una prefiguración del sacrificio de Cristo en la cruz, el hijo unigénito del Padre, el "Hijo muy amado", que se ofrece para nuestra salvación.
3.- Éxodo14, 15-15, 1
Relató épico del hecho "fundacional" del pueblo de Israel: la salida de Egipto y el "paso del Mar Rojo". Más allá del hecho histórico que está en la base del relato, y de los trazos de espectacularidad que quiere subrayar la trascendencia del momento mismo, hay que destacar la acción salvadora de Dios: Él es el actor principal.
4.- Isaías 54, 5-14
El profeta utiliza la imagen del matrimonio para hablar de las relaciones de Dios con el pueblo de Israel. El amor de Dios por su pueblo se expresa con una intensidad extraordinaria: "con amor eterno me he apiadado de ti", "con inmensa misericordia te volveré a tomar", "Dice el Señor, tu redentor", la prueba del exilio no ha sido nada comparada con la restauración.
5.- Isaías 55, 1-11
Dios establecerá su alianza eterna con los que no poseen nada, que lo esperan todo de él. Dios se hace cercano y se deja encontrar, pero hay que tener en cuenta que sus pensamientos y sus caminos no siempre son los nuestros.
6.- Baruc 3, 9-15, 32-4, 4
El exilio de Babilonia llevó a los creyentes judíos a replantear su fe. El profeta, en este fragmento, atribuye los males que le han ocurrido al pueblo, al hecho de abandonar "la fuente de la sabiduría". Esa "sabiduría" no es fruto de la búsqueda del hombre, sino un don de Dios.
7.- Ezequiel 36, 16-28
Dios establece una alianza nueva para salvaguardar la santidad de su nombre, para que quede claro que él es el único. La pureza ya no será ritual o externa, sino interior. El corazón, centro íntimo de las decisiones, será renovado por Dios, que dará su Espíritu para que la actuación sea fruto de una convicción profunda que nazca de la comunión con Dios.
8.- Romanos 6, 3-11
Pablo recuerda que ser bautizado en Jesucristo es participar de su muerte y resurrección, ya ahora. El bautizado participa de la muerte de Cristo: está muerto al pecado, ya que el hombre "viejo" ha sido crucificado con Cristo: comienza una nueva vida.
9.- Marcos 16, 1-7
Estamos en el final del evangelio de Marcos. Todo el acontecimiento histórico- salvífico de Jesús de Nazaret desemboca en su resurrección. El evangelista no explica el "cómo" del acontecimiento, solo lo proclama: "Ha resucitado". Constituye el grito fundamental de la fe cristiana. El ángel envía a las mujeres a Galilea, donde todo había comenzado. La resurrección lleva en sí misma una energía nueva que lanza al discípulo hacia la misión y el anuncio (kerigma).
Liturgia Bautismal
En sus inicios el Bautismo tuvo lugar preferente en la Vigilia Pascual, ya que simboliza el morir y resucitar con Cristo. Desde entonces hasta nuestros días, la Iglesia continua con esta tradición del bautismo de los catecúmenos, ya que era hasta esta celebración cuando ellos pasaban a formar parte activa dentro de la comunidad de los bautizados.
La oración de bendición del Agua Bautismal, redactada a semejanza de un prefacio eucarístico, resume los diversos elementos simbólicos del agua: vida, regeneración, fecundidad y nacimiento.
Profesión de Fe y Renovación de las Promesas del Bautismo
Las profesiones de fe, de estructura trinitaria, acompañan inseparablemente al bautismo, porque la fe del discípulo de Cristo es la fe en el Padre creador, en el Hijo redentor, y en el Espíritu Santo santificador. Este rito de la profesión de fe aparece ya en la tradición apostólica de San Hipólito de Roma (s. III) y evoca en el bautizado su entrada en la economía- proyecto de Dios uno y trino, que en adelante su vida de cristiano habrá de ser una vida trinitaria.
Aspersión del Agua.
Como un recuerdo de nuestro bautismo, en el que adoptamos una actitud de vida nueva, se nos rocía con el agua bendita. Sobre las aguas, en la infancia del mundo, incubaba el Espíritu de Dios para dar vida. Las aguas del diluvio, al lavar los crímenes de la humanidad pecadora, eran imagen de regeneración. Todas estas figuras nos deben llevar a hacer surgir en nosotros una nueva vida, una vida en el Espíritu.
Liturgia Eucarística
El prefacio propio hace un resumen de lo que ha sido hasta ese momento una alegría desbordante, en donde "el mundo entero y también los coros celestiales" proclaman la gloria de Dios.
Este rito de la Liturgia Eucarística unido al Canon Romano inserta en sí la culminación perfecta de esta noche, al recibir a Cristo eucaristía. El ósculo de paz que nos demos en esta noche implica la aceptación de los compromisos vividos durante la semana y que a lo largo de la cincuentena pascual iremos perfeccionando hasta la recepción del Espíritu de Sabiduría, del Espíritu de Piedad y de Temor de Dios.
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