martes, 7 de febrero de 2012

Mensaje despedida del Cardenal Juan Sandoval Iñiguez



No es una despedida. Como dijo el Papa Juan Pablo II, en su última visita a México, me voy, pero no me voy. Eso quiero expresar. Me quedaré a vivir aquí, en esta hermosa ciudad de Guadalajara, en esta comunidad cristiana a la que llegué desde que tenía 12 años y en la que he pasado mayor parte de mi vida.
Sólo descanso de una grave responsabilidad al estar al frente de una Arquidiócesis tan numerosa en todos los sentidos; en fieles, en clero, en miembros de la vida consagrada, en obras de apostolado laical, y bendecida por Dios con muchas riquezas espirituales sobre todo con la presencia espiritual de nuestros santos mártires que no dejan de acompañarnos y motivarnos.
Agradezco de todo corazón a Dios Nuestro Señor, en primer lugar mi sacerdocio porque la vocación es un don de Dios, un privilegio y le agradezco en particular que me haya permitido ejercerlo por largos años en Guadalajara, en esta Iglesia que me formó sacerdote y a la que serví como formador del Seminario y después como Arzobispo.
Quiero expresar mi más profunda gratitud a los directivos del Semanario que desde que se fundó han estado semana tras semana llevando el mensaje de la Palabra de Dios a los fieles, seguramente con mucho esfuerzo y sacrificio que Dios sabe y ha de premiar.
Agradezco también al público que lee el Semanario, a nuestros fieles que semana con semana lo reciben y se informan sobre la vida de nuestra Iglesia diocesana y de la Iglesia en general.
A través del Semanario este órgano de formación e información que me ha servido por tantos años para hacer llegar mi palabra de Pastor a muchísimas comunidades de la Diócesis  envío un saludo afectuoso y mi gratitud a todos lo que componen esta gran Arquidiócesis de Guadalajara.
A los Obispos auxiliares, a los sacerdotes, a los miembros de la vida consagrada y a todos los fieles a quienes quiero y estimo enormemente. A quienes he tratado de servir con todas mis limitaciones pidiéndoles también que comprendan y perdonen mis deficiencias y asegurándoles que en el corazón estarán siempre y en mi oración.
Que Dios Nuestro Señor esté con todos nosotros y nos bendiga
Fuente: Arquidiócesis de Guadalajara

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