Tal vez para muchas personas haya una expectativa contenida, mezclada con la nostalgia de la ausencia física de Juan Pablo II. Es sano mantener el cariño al tan amado Juan Pablo II, ahora incluso la devoción como Beato, testigo cualificado de Jesucristo; pero no es sana la perspectiva de comparar a los dos Papas, con el afán de contraponerlos o de rescatar la figura de Juan Pablo II; pero sí es sano y legítimo ver los grandes valores de continuidad que hay entre ambos y, al mismo tiempo, de novedad. Cada uno tiene sus rasgos valiosos, como persona y como Pontífice, con su estilo propio de magisterio al frente de la Iglesia Universal; ambos muy dóciles al Espíritu Santo y valerosos para conducir y sostener el camino de la Iglesia en el anuncio y testimonio del Evangelio de Jesucristo.
También hay buen número de personas y organizaciones que se han dedicado a desacreditar y atacar la figura y el magisterio del Papa Benedicto XVI; algunas ya lo habían pretendido hacer en relación al Papa Juan Pablo II, pero optaron por callar para nuevas circunstancias, que ahora sí lo han estado haciendo, en México y en el mundo entero.
Benedicto XVI no viene a México en perspectiva política-electoral; sí lo hace en espíritu pastoral. Su estancia será breve y con pocos mensajes, a diferencia de la visita que ha realizado a otros países; pero sin duda que su mensaje será valiente para tocar la realidad, pues en ello se ha caracterizado constantemente, sin embargo no lo hará con afán belicoso, sino constructivo, como sembrador de fe, esperanza y amor. Viene también en actitud de diálogo: no sólo quiere encontrarse con los católicos, sino también con todas las personas de buena voluntad y que quieran sumarse a la restauración del tejido social, a la colaboración en el desarrollo integral de la Nación y de América Latina.
En recientes visitas del Papa a otros países, había en algunos grupos fuerte rechazo a su presencia, por ejemplo en Inglaterra o Alemania; sin embargo lo escucharon atentamente y la presencia y el mensaje del Papa han provocado una atmósfera favorable que perdura.
Sea que usted esté a favor o en contra, invito a que escuche con atención y respeto al Papa. Es una persona de elevada formación, autoridad y credibilidad. Si no le convence el mensaje del Papa, fundamente con objetividad la propia postura. Si le convence, déjese fascinar no sólo por la grandeza de esta persona humana, sino por la presencia de Dios que transparenta y comunica.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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