Hermanas y hermanos:
Con inmensa gratitud a Dios nuestro Señor, que no deja de dar a su pueblo pastores según su corazón (Jer 3, 15), la Iglesia que peregrina en México, expresa su profunda alegría por la elección del Emmo. Cardenal Jorge Mario Bergoglio como Vicario de Cristo, Sucesor de San Pedro, Obispo de Roma y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, extendida por toda la tierra.
Ciertamente, hoy el nuevo Papa ha escuchado la voz del Señor que, a través de los cardenales electores, le ha dicho: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). Así le ha confiado la misión de ayudarnos a confesar que Jesús es “el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16).
En este Año de la Fe, ante el nuevo Sumo Pontífice, podemos exclamar con san Jerónimo: “Yo no sigo un primado diferente del de Cristo; por eso, me pongo en comunión… con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia” (Cartas I, 15, 1-2).
Para la Iglesia que peregrina en América Latina, la primera elección de un Sumo Pontífice nacido en el “Continente de la Esperanza”, es motivo de gran alegría. Es para nosotros un signo claro del amor de Dios por las iglesias que peregrinan en estas tierras, en medio de gozos y sufrimientos, de problemas y oportunidades. Es, en fin, una señal de amor que nos compromete a vivir cada día como verdaderos discípulos y misioneros de Cristo.
Queremos hacerlo, unidos al Sucesor de san Pedro, “principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (Lumen gentium, 23), reconociendo que, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, tiene potestad plena, suprema y universal (cfr. Lumen gentium, 22), para guiarnos a la comunión con Cristo y entre nosotros.
Mientras en este itinerario cuaresmal nos encaminamos a celebrar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, en quien se ha manifestado el amor de Dios que nos rescata del pecado y nos hace partícipes de su vida plena y eterna, expresamos a S. S. Francisco I nuestro amor, respeto, obediencia y fidelidad, al tiempo que ponemos en manos del Señor, por intercesión de Santa María de Guadalupe, su ministerio petrino, para que produzca frutos en abundancia, en bien de la Iglesia y del mundo entero.
Por los obispos de México:
+ Javier Navarro Rodríguez
Obispo de Zamora
Vicepresidente de la CEM
+ Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la CEM
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