CIUDAD DEL VATICANO, 18 NOV 2011 (VIS).-Durante el vuelo hacia Benín, el Santo Padre respondió a las preguntas que realizó el P. Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en nombre del medio centenar de periodistas presentes en el avión.
En cuanto a la razón por la que se ha escogido Benín para lanzar el mensaje de la Exhortación Postsinodal “Africae Munus”, dirigido a toda África, Benedicto XVI explicó que “existen diversos motivos. El primero es que Benín es un país que vive en paz. Las instituciones democráticas funcionan, están realizadas con espíritu de libertad y responsabilidad, y por tanto la justicia y el trabajo para el bien común son posibles y están garantizados. (...) La segunda razón es que, como en la mayor parte de los países africanos, se da una presencia de diversas religiones que conviven pacíficamente. Hay cristianos, musulmanes y religiones tradicionales, y todos ellos viven en el respeto recíproco y en la responsabilidad común por la paz, por la reconciliación interna y externa. El diálogo interreligioso como factor de paz y libertad es un aspecto importante, también en la Exhortación apostólica postsinodal”.
“Por último, Benín es la nación de mi querido amigo el cardenal Bernardin Gantin, y he deseado siempre poder rezar un día en su tumba. Fue verdaderamente un buen amigo mío y un gran representante del África católica y del África humana y civil”.
Otra pregunta trasladada por el P. Lombardi hizo referencia al creciente éxito en África de las iglesias evangélicas o pentecostales, “que proponen una fe atrayente, una gran simplificación del mensaje cristiano, insisten en las curaciones y mezclan sus cultos con los tradicionales”; y la respuesta que puede dar la Iglesia católica a este desafío. El Papa señaló que se trata de un fenómeno presente en todos los continentes, especialmente en América Latina y África; estas comunidades se caracterizan por sus pocas instituciones, un mensaje fácil, simple y comprensible, y “la liturgia participativa, con expresión de los propios sentimientos, de la propia cultura y combinaciones sincretistas entre religiones. Todo ello por una parte garantiza el éxito, pero por otra implica poca estabilidad. Sabemos que muchos regresan a la Iglesia católica, o pasan de una comunidad a otra”.
“No debemos imitar estas comunidades -continuó el Pontífice-, sino preguntarnos qué podemos hacer nosotros para dar nueva vitalidad a la fe católica. Un primer punto es, sin duda, un mensaje simple, profundo y comprensible; es importante que el cristianismo no aparezca como un sistema difícil, europeo (...) sino como un mensaje universal de que Dios existe, nos conoce y nos ama, y que la religión produce colaboración y fraternidad”.
“Luego, es también importante que la institución no sea demasiado pesada, que prevalezca la iniciativa de la comunidad y de la persona. Y mencionaría asimismo una liturgia participativa pero no sentimental: no debe basarse solo en la expresión de los sentimientos, sino que ha de estar caracterizada por la presencia del misterio en el que entramos, por el que nos dejamos formar. Por último, diría que es muy importante no perder universalidad en la enculturación. Yo preferiría hablar de interculturalidad más que de enculturación, es decir, de un encuentro de las culturas en la verdad común de nuestro ser humano en nuestro tiempo, para así crecer en la fraternidad universal. No hay que perder la catolicidad: que en todo el mundo somos hermanos, somos una familia que se conoce y que colabora con espíritu de fraternidad”.
La tercera pregunta tuvo por objeto el mensaje y la aportación específica de la Iglesia a la construcción de una paz duradera en el continente africano a la luz de las diversas iniciativas de “peacekeeping” y de reconstrucción nacional en varias naciones africanas.
“Es verdad que ha habido muchas conferencias internacionales para África, para la fraternidad universal -dijo el Papa-. Gracias a ellas se han dicho y a veces se han hecho cosas realmente buenas. Pero, indudablemente, las palabras y las intenciones son más grandes que la puesta en práctica de las mismas, y tendríamos que preguntarnos el porqué. Creo que un factor clave es que esa renovación y esa fraternidad universal requieren renuncias y superación del egoísmo; algo fácil de decir pero difícil de lograr. (...) Sólo con el amor y el conocimiento de un Dios que nos ama, que nos da, nos atrevemos a perder la vida, a dar, porque sabemos que así es como se gana”.
A continuación, el Santo Padre explicó por qué cree que África puede aportar fe y esperanza al resto del mundo. “La humanidad -dijo- está en un proceso de transformación cada vez más rápido, y en África sucede lo mismo. En estos últimos 50-60 años, ese proceso ha sido difícil para África, partiendo de la independencia y pasando por el colonialismo hasta llegar a nuestros días. Los problemas que todo ello ha originado no se han superado todavía. (...) Sin embargo, la frescura del sí a la vida que hay en África (...), su entusiasmo y su esperanza demuestran que hay una reserva humana, que el sentido religioso y la esperanza todavía son frescos. Yo diría que existe un humanismo fresco en el alma joven de África. A pesar de todos los problemas que hay y que habrá, el continente es una reserva de vida y de vitalidad para el futuro sobre la que podemos contar”.
PV-BENIN/ VIS 20111119 (920)
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