ZIGOR ALDAMA Shanghái 17 JUN 2012 - 20:47 CET
La ciudadana Zhang Li —nombre ficticio— solo puede tener un descendiente. Porque no reúne las tres condiciones que, según la estricta política demográfica del Gobierno chino, son necesarias para buscar el segundo hijo: ser hija única, campesina o divorciada. Y Zhang Li tampoco pertenece a una minoría étnica, circunstancia que también le daría opciones. Ella solo es una china han a la que se le debe aplicar la política del hijo único que se introdujo en el país a finales de la década de 1970. Pero dentro de unos días saldrá de cuentas y dará a luz a su segundo retoño. Sabe que tendrá que pagar cara su osadía. “No estamos seguros, pero nos han hablado de una sanción de 50.000 yuanes (unos 6.300 euros)”.
Después de varias triquiñuelas, es consciente de que, a pesar de todo, ella es una privilegiada, ya que el castigo no pasará de ahí.
Por eso, habla con una mezcla de terror y alivio sobre lo que le sucedió el pasado día 2 a Feng Jianmei, cuando las autoridades chinas de la ciudad de Ankang, en la provincia central de Shaanxi, la obligaron a abortar. No importó que estuviese en el séptimo mes de la gestación, a pesar de que la ley china estipula que los abortos están prohibidos a partir del sexto mes.
Había que hacer cumplir la política de natalidad y a Feng, como a Zhang, no se le podía aplicar ningún eximente.
Pero a la joven, de 22 años, que no pudo hacer frente a la multa de 40.000 yuanes (5.000 euros), la sacaron con los ojos vendados del domicilio de un familiar, la obligaron a firmar un documento que no le dejaron leer, y le inyectaron un medicamento para que pariese a su hijo muerto. Es más, dejaron el feto ensangrentado junto a ella en la cama del hospital en el que se llevó a cabo la operación.
Feng Jianmei y su bebé. Foto tomada de ACIPRENSA |
Las imágenes de Feng han provocado un nuevo estallido de ira en el ciberespacio chino, y, en esta ocasión, la presión en las redes sociales ha obligado al Gobierno a cambiar su versión inicial, en la que aseguraba que la interrupción del embarazo fue voluntaria. Además, tres funcionarios han sido destituidos a la espera de que se les imponga un castigo más severo “por haber violado la normativa estatal y provincial en lo que respecta la planificación familiar”.
No obstante, médicos de la localidad de Liyang corroboran que no se trata de una práctica infrecuente. “El caso de Feng es extremo, pero nos consta que muchas parejas pobres son amenazadas o coaccionadas para que aborten”.
La ley del hijo único ha evitado el nacimiento de 400 millones de personas, [entre una población total de 1.339,7 millones de habitantes] que habrían aumentado la presión demográfica hasta niveles insostenibles, recalcan. Pero muchos consideran que la norma es injusta porque solo se aplica a quienes no tienen recursos. Y Zhang está de acuerdo. “Para nosotros es un pellizco, pero podemos afrontar el pago”. Gozan de buena posición económica y acaban de adquirir un chalé y un Mercedes, su segundo vehículo.
“Tener un segundo hijo nos cuesta menos que un coche, y creo que es lógico que nosotros podamos tenerlo porque, en principio, podemos darle una vida mejor que la de los campesinos”, apostilla.
Aun así, Zhang ha hecho todo lo posible por reducir su factura. Cambió su lugar de residencia, la capital de la provincia de Jiangsu, Nanjing, por el pueblo de Liyang. Porque allí sí que conocía a los funcionarios que son, en última instancia, quienes determinan la cuantía de la multa. “Nos han asegurado que no tomarán ninguna represalia contra nuestro negocio”, comenta.
En un país que ya cuenta con más de cien millones de hijos únicos no hay más que visitar cualquier colegio de pago para encontrar hermanos. Los chinos son conscientes que se ensancha la brecha que separa a pudientes y desheredados, y hacen oír su rechazo en la Red.
El ejemplo más sonado ha sido el de una pareja de la ciudad sureña de Rui'an, que tuvo que desembolsar la cantidad récord 1,3 millones de yuanes (164.000 euros), por su segundo descendiente. Así se entiende que el Gobierno recaudase en 2010, según el Diario del Pueblo, 20.000 millones de yuanes (2.500 millones de euros) en multas relacionadas con la planificación familiar. Pero nadie sabe a dónde va a parar el dinero.
Y muchos advierten del riesgo que conlleva para la pirámide poblacional no introducir reformas en la ley de natalidad. En 2050 podría haber cuatro personas de más de 65 años por cada diez que tengan entre 15 y 64, un lastre muy pesado para un país que carece de un sistema de seguridad social fuerte y que tradicionalmente ha basado su estabilidad económica en la institución de la familia. Sin duda, Feng no podrá exigir mucho a la hija que ahora tiene cinco años. Pero Zhang pronto dará a luz otro pilar de su bienestar futuro.
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