Te comparto este blog que fue realizado cuando conducía el programa "Fenómenos del Espíritu"
jueves, 3 de septiembre de 2009
Certifican la no excomunión de insurgentes de la Independencia
Luego que la Comisión para los Festejos del Bicentenario de la Independencia y la Revolución Mexicanas de la Cámara de Legisladores pidiera la intercesión del Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, para que el Vaticano “levantara” las excomuniones a los sacerdotes Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, próceres de la gesta de la Independencia de México, el pasado domingo se dio el dictamen final sobre el estudio histórico: Hidalgo y Morelos murieron en el seno de la Iglesia Católica en la que sirvieron como ministros.
El estudio lo coordinó el P. Gustavo Watson Marrón, director del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de México, quien en conferencia de prensa desde la Catedral Metropolitana presentó el documento en el que ratifica que ambos héroes nacionales se confesaron antes de morir y que por ese acto decidieron permanecer en el seno de la Iglesia como hijos de Dios, “por ello, no hay razón para levantar una excomunión. No estaban excomulgados”, señaló el experto.
En el trazado histórico documental, que será enviado a la LXI Legislatura, el P. Watson certificó que Hidalgo y Morelos, como hijos de la Iglesia fueron sepultados en camposanto e, incluso años más tarde fueron depositados sus restos en el recinto más sagrado de México, la Catedral.
De este modo, tanto el Padre de la Patria como el Siervo de la Nación pueden ser considerados como miembros legítimos de la Iglesia; el primero, por recibir auxilio religioso y confesarse; y el segundo por rezar durante su traslado a San Cristóbal Ecatepec y por visitar devotamente la Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe, antes de ser ejecutado.
Sin embargo, el sacerdote historiador asegura que los procesos de excomunión girados en contra de Hidalgo y Morelos tuvieron tintes “irregulares” por la jurisdicción canónica del entonces obispo electo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo, quien ordenó tanto su excomunión como el proceso de reducción del ministerio.
Incluso, las excomuniones a los insurgentes no fueron procesadas por el levantamiento independentista, ni por sus ideas políticas o sociales; “en realidad fue por haber atentado en contra de civiles y contra religiosos y sus bienes durante las campañas militares”, explica el P. Watson.
De acuerdo con los estudios históricos, ocho días después del inicio de la lucha de independencia (24 de septiembre de 1810) el obispo electo de Michoacán, Manuel Abad Queipo promulgó el edicto que declaraba que Hidalgo había incurrido en excomunión por “haber atentado contra la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados”.
En tanto que en el caso de José María Morelos la excomunión la dictó el mismo abad sólo que el 22 de julio de 1814.
Este dictamen, también publicado en el libro anual del Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, ya había sido adelantado por el P. Watson cuando fue nombrado por el Cardenal Rivera Carrera para dirigir los estudios de los próceres y desde entonces se había sugerido la posibilidad de que, por tratarse de una petición federal a través de los diputados de la legislatura saliente, los resultados pudieran influir para que la Secretaría de Educación Pública modificara el apartado sobre la Independencia de México conforme a la veracidad histórica en los libros de texto gratuito para educación básica.
¿Juicio y excomunión validos?
Obispos, sacerdotes y laicos se han interesado en este asunto pues en principio se reconoce que pudo haber varias irregularidades de forma y fondo en los juicios realizados durante la lucha armada en contra de los insurgentes. Para empezar, juristas y teólogos tendrán que definir si el entonces Obispo electo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo, tenía fuero para excomulgar al cura Hidalgo puesto que su nombramiento no había sido ratificado por Roma.
Ciertamente el Regio Patronato facultaba a los reyes de España el hacer nombramientos para la Nueva España, dada la premura por atender los asuntos eclesiales de América y las enormes distancias que separaban a México de Roma y España. Aún así, las decisiones de la monarquía quedaban sujetas a la aprobación pontificia por lo cual hay argumentos de peso para afirmar que la excomunión de Abad y Queipo pudiera ser declarada como "nula".
Aún más, la Comisión también deberá dirimir la diferencia entre el juicio de degradación del sacerdote y la excomunión impuesta en su contra, procesos diferentes
Hidalgo confesado y en comunión con la Iglesia
De acuerdo con definiciones modernas de la excomunión, ésta hubiera quedado levantada por el arrepentimiento mismo del excomulgado y según la Colección Eusebio y Davalos "Papeles para la Independencia" hay documentación suficiente para demostrar que Hidalgo se arrepintió de las muertes causadas durante la revuelta y de otras cosas más que constan en actas.
En el volumen I, Número 19 de este fondo hay un dato revelador: la relación de hechos tras el proceso de degradación del cura Hidalgo: "Notifiqué al expresado reo Miguel Hidalgo y Costilla en su persona el auto que antecede de veintiséis del corriente, pronunciado por su señoría el señor comandante general don Nemecio Salcedo, de conformidad con lo pedido por don Rafael Bracho, encargado del despacho de esta auditoría, condenándolo a ser pasado por las armas y a la confiscación de sus bienes, y en seguida le llamó un confesor, a fin de que se preparase a morir cristianamente, y para la debida constancia la pongo por diligencia, que dicho señor comisionado firme conmigo, de que doy fe.Ángel Avella".
Al haberse arrepentido y confesado de estos pecados, no habría razón para mantener la excomunión bajo la óptica del actual derecho canónico. Sin embargo, es necesario recordar que la Iglesia en México se regía por dos criterios legislativos: el Concilio de Trento y el Tercer Concilio Provincial Mexicano del siglo XVI y estos documentos tendrían que ser revisados por los juristas para determinar los criterios canónicos de la época.
Enterrados en "camposanto"
El devenir histórico ofrece argumentos a favor de que la excomunión de Hidalgo haya sido declarada nula o por el contrario se haya levantado sin que de momento, esto se pueda demostrar de manera documental. Por eso el Arzobispado de México buscará evidencias; entre ellas, se puede mencionar el hecho de que después del fusilamiento, Hidalgo haya sido enterrado en camposanto aunque esto hubiese sido imposible si se tratara de un excomulgado.
El mismo fondo de Eusebio y Dávalos remite el testimonio de Manuel de Salcedo: "fue pasado por las armas en la forma ordinaria a las siete de la mañana de este día, sacándose su cadáver a la plaza inmediata en la que colocado en tablado a propósito, estuvo de manifiesto al público, todo conforme a la referida sentencia, y habiéndose separado la cabeza del cuerpo en virtud de orden verbal del expresado superior jefe; se dio después sepultura a su cadáver, por la santa y venerable hermandad de la orden de penitencia de nuestro seráfico padre San Francisco, en la capilla de San Antonio del propio convento. Y para la debida constancia firmé la presente en la villa de Chihuahua a los treinta días del mes de julio de 1811. Manuel de Salcedo".
Posteriormente, hay varios relatos sobre el traslado de los restos de los caudillos a la Catedral Metropolitana, incluso en diferentes épocas históricas: la primera refiere a una solemne procesión de los restos mortales de los héroes desde la Alhóndiga de Guanajuato hasta la Parroquia de Santo Domingo y de allí a la Catedral de México, donde con solemnidad fueron trasladados en una urna cubierta con terciopelo negro, acompañada la marcha con el repicar de las campanas y el coro del Cabildo y las cofradías existentes.
Los restos fueron colocados en la Capilla Real y en aquel entonces se escribió: "A los honorables restos de los magnánimos e impertérritos caudillos, padres de la libertad mexicana, y víctimas de la perfidia y el nepotismo, la patria llorosa y agradecida erigió este público monumento". Luego de salir y entrar un par de veces, los restos fueron colocados en la Capilla de San José, y allí estuvieron cerca de cuarenta años hasta que en 1925 salieron de la Catedral para ser colocados en la base de la Columna del Ángel de la Independencia sobre Paseo de la Reforma.
Los criterios que regían a la Iglesia antes de la desamortización de los bienes eclesiásticos aseguraban que aquellas personas que morían excomulgadas, judaizantes, anatemas, herejes o simplemente no bautizados, no podían ser sepultadas en "camposantos". Colocar los restos de héroes excomulgados en el máximo recinto de la Iglesia local hubiera escandalizado a la sociedad por tratarse de personas supuestamente muertos en pecado.
Otros intentos de exculpación
Poco conocidos, a lo largo del siglo pasado, los arzobispos de México se han preocupado por la situación del Padre de la Patria, Miguel Hidalgo, y de los próceres de la Independencia.
Durante la gestión del Arzobispo Luis María Martínez, hacia 1953, los reconocidos investigadores Jesús García Gutiérrez, José Bravo Ugarte y Juan B. Igniñiz, especialistas en temas eclesiásticos, presentaron una serie de conclusiones alusivas a la situación del cura Hidalgo y Costilla: "Está terminado nuestro trabajo, que creemos haber hecho con serena imparcialidad, sin que ser movidos por la pasión, ni prejuicio alguno y cuidando de apoyar en fundamentos sólidos. De lo expuesto se concluyó: a) El cura Hidalgo no incurrió en excomunión alguna por haber iniciado la independencia; b) Incurrió varias veces en la excomunión del Canon por los ataques innegables a la libertad y vida de los clérigos y religiosos; c) No incurrió en la excomunión de la Inquisición; y d) Habiendo muerto confesado y absuelto, con esa muerte cristiana cesaron todos los efectos de la excomunión y esperamos en la misericordia infinita de Dios nuestro Señor que salvará su alma".
El mismo Cardenal Miguel Darío Miranda, el 6 de septiembre de 1956 hizo colocar la Bandera de México en el Altar Mayor de la Catedral Metropolitana y pidió a los fieles católicos orar por los héroes de la patria mexicana.
Años más tarde, resultó muy simbólica la Misa realizada el 12 de septiembre de 1985 en la parroquia de Dolores, Hidalgo, que en el marco de la conmemoración del 175 aniversario del inicio de la Independencia oficiaron los obispos mexicanos encabezados por el Cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Los obispos mexicanos difundieron el documento "La verdad de la excomunión de Hidalgo y durante la homilía, el Arzobispo Corripio destacó la importancia de los caudillos para México y su Iglesia.
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