Ciudad del Vaticano, 11 febrero 2013 (VIS).-El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha comentado en esa sede y en Radio Vaticano la renuncia de Benedicto XVI al pontificado. “Entre los motivos de la dimisión del Papa, como se nota en sus palabras -ha dicho- están las circunstancias del mundo de hoy que, respecto al pasado, son particularmente difíciles, tanto por la rapidez como por el número de los acontecimientos y de los problemas que se plantean, y por tanto se necesita un vigor, quizá más fuerte que en los tiempos pasados. Un vigor que el Papa dice que ha disminuido en él en los últimos meses”.
“Muy significativa- ha proseguido- es la frase: “Muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”. Esta es la declaración formal, importante desde el punto de vista jurídico. En el párrafo 2 del canon 332 del Código de Derecho Canónico se lee: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. Los dos puntos fundamentales son, por lo tanto, la libertad y la manifestación debida. Libertad y manifestación pública, y el consistorio donde el Papa ha manifestado su voluntad, es público”.
“Benedicto XVI seguirá desempeñando plenamente sus funciones y su servicio hasta el 28 de febrero a las 20 horas. A partir de ese momento inicia la situación de sede vacante, reglamentada, desde el punto de vista jurídico y canónico por los textos que se refieren a la sede vacante en el Código de Derecho Canónico y en la Constitución Apostólica “Universi dominici gregis”, sobre la vacante de la sede apostólica, de Juan Pablo II”.
“La declaración del Papa es coherente con lo que él mismo había declarado en el libro-entrevista “Luz del mundo” a Peter Seewald, en el que hay dos preguntas precisas que se refieren a la hipótesis de dimisión. Seewald planteaba, en la primera de ellas, si, en el caso de situaciones difíciles, éstas pesaban sobre el pontificado en curso y si el Papa había pensado dimitir. La respuesta fue: “Cuando el peligro es grande no se puede escapar, por eso, seguramente, éste no es momento de dimitir” ( la referencia era a la cuestión de los abusos etc..). En momentos como éstos es cuando hay que resistir y superar la situación difícil. Esto es lo que pienso. Se puede dimitir en un momento de serenidad o cuando, simplemente, no se tienen fuerzas. Pero no se puede escapar en el momento del peligro y decir “que se ocupe otro”. Por lo tanto, el Papa decía que las dificultades no eran para él un motivo para dimitir, sino al contrario, para no dimitir. La segunda pregunta de Seewald : “¿ Entonces, se puede imaginar una situación en la que piense que es oportuno que un Papa dimita?”. La respuesta del Papa fue: “Cuando un Papa alcanza la clara conciencia de que ya no es física, mental y espiritualmente capaz de llevar a cabo su encargo, entonces tiene en algunas circunstancias el derecho, y hasta el deber, de dimitir".
El Santo Padre, ha explicado el director de la Oficina de la Santa Sede, “se trasladará a partir del 28 de febrero a Castelgandolfo, y, una vez terminados los trabajos en curso, al monasterio donde estaban las monjas de clausura en el Vaticano. Por otra parte, desde el primero de marzo, iniciará el proceso para la elección del nuevo Papa. No sabemos todavía, la fecha exacta del cónclave, pero obviamente, no pasarán los nueve días de luto (novendiali) por la muerte del pontífice; de ese modo, más o menos en dos semanas, en el mes de marzo, para Pascua, tendremos un nuevo Papa (...) Benedicto XVI no tendrá ningún papel en el cónclave del próximo mes de marzo , ni en la gestión de la Iglesia durante la sede vacante. La Constitución Apostólica no prevé que el Papa que dimite desempeñe algún papel”.
“Personalmente -ha concluido- he acogido el anuncio de la dimisión del Papa con una gran admiración, por su gran valor, por su libertad de espíritu y la gran conciencia de la responsabilidad por su ministerio. Benedicto XVI nos ha ofrecido un gran testimonio de libertad espiritual, de una gran sabiduría de los problemas del gobierno de la Iglesia en el mundo de hoy”.
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