Ante el anuncio histórico, inesperado y humilde de la renuncia libre y voluntaria del Santo Padre le agradecemos a Dios el abundante y fructífero pontificado que nos regaló en la persona de su Vicario, Benedicto XVI. Encomendamos su Iglesia al Supremo Pastor, que es Cristo. Nos unimos en oración para que el Espíritu Santo ilumine a los Cardenales que, Dios mediante, participaremos en el próximo cónclave para elegir al sucesor en la sede de Pedro.
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