A TODO EL PUEBLO DE DIOS QUE PEREGRINA EN LA DIÓCESIS DE MATAMOROS
«Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor» (Gal 1, 13).
Aun con el gozo de haber contemplado «la Palabra de Dios hecha carne» (Jn 1, 14), hoy tenemos la gracia de recibir un año nuevo, y con el, un cumulo de bendiciones provenientes del Padre que en el Hijo y por gracia del Espíritu plenifica el tiempo. Se abre un horizonte inédito para proseguir reescribiendo la historia de nuestra propia salvación. El año concluido nos ha dejado la grata satisfacción de haber celebrado la fiesta aurea de nuestra querida Diócesis y de nuestro Seminario, no podemos negar que realmente «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres» (Sal 126, 3). En gratitud por semejantes dones, les exhorto al inicio de este año a seguir caminando con actitudes de gran esperanza que reflejen y den testimonio del credo cristiano que profesamos.
¡Caminemos con un espíritu de certeza!
Un nuevo año se abre ante nosotros y ello, es ya signo real de bendición. Caminemos con la certeza de sabernos acompañados por el Hijo de Dios, que se encarnó hace dos milenios por amor a los hombres y continúa haciéndose presente en medio de nuestras realidades temporales imbuidas de incertidumbre. Indudablemente que en Jesucristo el hombre ha encontrado respuesta a las interrogantes mas acuciantes, incluida la muerte. Los discípulos que hemos conocido a Jesucristo camino, verdad y vida, no podemos ni debemos caminar en la zozobra y desacierto de ideologías parcas y efímeras que proliferan en nuestros entornos.
¡Caminemos con un espíritu de esperanza!
Hoy somos testigos de una vertiginosidad social que ha generado no pocos desequilibrios de orden económico, ecológico y moral, tales desordenes, en consecuencia, han engendrado una desesperanza y desencanto que con facilidad se puede percibir. Ante este panorama, los discípulos que han depositado su confianza en Jesucristo han de mantenerse firmes, más aun, en un espíritu de solidaridad, tal y como lo señala la Constitución conciliar: «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo» (GS 1).
¡Caminemos con un espíritu de identidad!
Es importante que todo aquello que nos propongamos realizar, esté cimentado en el espíritu de Jesucristo, fundamento absoluto de toda nuestra acción pastoral. La realidad contemporánea es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo converge en un acrecentado activismo, corremos el tremendo riesgo de quedarnos en el «hacer» y olvidarnos de nuestro «ser». Somos cristianos y como tales llamados a ser luz y fermento en nuestra historia circundante, tarea nada fácil, pero posible en Aquel que todo lo puede y nos ha llamado a prolongar su Reino en el devenir de la humanidad y concretamente, como misioneros valientes en esta tierra tamaulipeca.
¡Caminemos con un espíritu de oración!
Uno de los propósitos que podemos implementar o afianzar, a nivel personal, familiar y parroquial, es la oración. No habrá poder alguno, que destruya los vínculos que los discípulos estrechen con su Padre Dios. Oremos: por el bienestar de nuestro País que se encuentra asediado por la violencia y desempleo; por nuestros Gobernantes para que no desistan de promover la justicia y la paz; por nuestras familias que gradualmente se ven amenazadas por la desintegración y carencia de auténticos valores humanos y cristianos; por nuestros hermanos más vulnerables que son victimas de atropellos en su dignidad. A ejemplo de Jesucristo que no vino a condenar sino a perdonar, también, oremos por quienes inconscientemente están propiciando un desorden estructural. Les exhorto a seguir orando unos por otros, y especialmente tengo esperanzas que la oración ante el Sagrario se acreciente en nuestras comunidades. Continuemos orando por la santificación de nuestros sacerdotes en este año sacerdotal.
¡Caminemos con un espíritu misionero!
Que el 2010 –año de la renovación parroquial en nuestra Diócesis–, mantenga el acento de que nuestras comunidades se constituyan afectiva y efectivamente en «casa y escuela de comunión» en donde no dejen de seguir formándose discípulos y misioneros de Jesucristo (Cf. DA 170). Que en esta renovación se retomen e integren las acciones de los años precedentes, que las pastorales: Profética, Litúrgica, Social, aunado, al año de la Palabra de Dios, vengan a dinamizar con creces la misión continental desde nuestras parroquias, que la impronta de todo discípulo en este año, sea la misión. Les recuerdo que «la misión forma al discípulo y el discípulo se forma en la misión».
¡Caminemos con un espíritu Mariano!
Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen, primera discípula y misionera, «Estrella de la nueva evangelización». Ella que ha querido quedarse estampada en la tilma del Tepeyac guie nuestros pasos misioneros por sendas de concordia y paz; ¡proteja nuestra Patria y conserve nuestra fe!
Finalmente, pido a todos los Sacerdotes que durante las celebraciones del día primero de enero, se lea este mensaje a todo el Pueblo de Dios. De antemano, agradezco a mis Presbíteros y a todos los Agentes de pastoral, su espíritu de participación y corresponsabilidad mostrado en todos los proyectos evangelizadores, los cuales, han redundado en frutos para nuestra querida Diócesis de Matamoros.
Reciban con afecto un abrazo y mi bendición de Pastor. ¡Feliz Año nuevo para todas las comunidades y familias de nuestra Diócesis!
Dado en la Sede Episcopal de H. Matamoros de Nuestra Señora del Refugio de Pecadores, Tamaulipas, a los veintinueve días del mes de diciembre, del dos mil nueve, año de la Palabra de Dios.
+ Faustino Armendáriz Jiménez
IV Obispo de Matamoros
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